Ya no voy a cuestionarme ni cuantas veces se enamora una en esta vida, ni mucho menos cuantas de ellas, lo hace de un chico malo.
El encanto de los chicos malos reside, precisamente, en lo cabritos que pueden llegar a ser. No definiré hoy tampoco a un chico malo.
Yo tengo mi chico malo particular y propio. ¿cabrito? Por supuesto, y besucón. De los que para rematar la faena, ahora, que estás casada y fuera del mercado, te mandan un besazo enorme por teléfono. ¿dónde? Preguntas tú, emocionada, en la mejilla, te dice él.
¿En la mejilla? (¿tu eres idiota?) lo piensas y no lo dices, porque claro, estás casada y queda de puta pena. Y no es que quieras el beso en otro lado, de hecho ni siquiera sabes si lo quieres en el careto, es que aunque estés casada, eres mujer, y eso de que te quiera dar un beso así, como de hermano ESE chico malo por el que te hubieras matado hace unos años, te sienta como una patada en los higadillos.
¿Tienes ya novia? Preguntas como quien no quiere la cosa. En el fondo no quieres ni saberlo, con que te diga que NO, tu orgullo queda saldado, pero que no te mienta tampoco, si es que sí, que sea que sí.
Te queda el resto de la vida para odiar a esa zorra que consiguió lo que tú no supiste hacer.
Lo curioso es que hace mucho que dejé de estar enamorada de él. Sin embargo sigue siendo mío.
Me debe un beso, pero me basta un castillo.
Existe una carretera que me lleva siempre a sus ojos.
Y nunca me amó.
¡Que cabrón! él se lo pierde. Sentimientos encontrados.
Mi chico malo sabe que me confunde, que me irrita, que lo odio, que lo adoro, sabe que puede contar conmigo, que lo mandaré a la mierda si me apetece, sabe que esto será así por siempre y por eso me cuida y me putea, y yo lo sé y me dejo, porque me gusta que sea así, que ese espacio, ese pequeño espacio, especial, exclusivo y único, es mío, solamente mío.
Han habido y habrán otras mujeres en su vida con posiciones mejores que las mías, pero ese escalón, ese pequeño rincón, es mío, me lo he ganado a pulso, me ha costado días, meses, años; he pagado por él, noches en vela, lágrimas y mil preguntas, pero me hice un hueco en ese corazón.
No me dejó llegar más alto, no quiso.