Todo puede parecer muy improbable sin embargo, no existe absolutamente nada imposible. Qué jodío ¿no?

 

Suspendí filosofía.

Y prácticamente todas las materias comunes, idiomas incluidos.

El haber suspendido la materia filosófica no fue nunca un factor determinante para hacerme así. [y en “así”, podemos incluir cualquier cosa, cualquier palabra que se apresure a tu mente]

Comienzo este blog sin grandes fines, uno de esos blogs que no servirán para nada, ni en el presente, ni en un futuro. Sin ninguna intención, sin objetivos.

 

Sé lo que no es: no es un blog de ayuda, ni terapéutico, ni solidario. Es mi blog de filosofía.

Desconozco el motivo o la manera por la cual llegaste hasta aquí, pero, gracias por haber venido.


Un saludo.

No sé cual es la finalidad de este blog.

No sé qué espero de él.

Tal vez esconderme.

Tal vez.

 

Otra cosa...  si crees que    

ESTO NO ES FILOSOFÍA

posiblemente estés en lo cierto.

 

BAJO ESTAS PIEDRAS

Crotal Nº 107

Mi foto
Dicen que la Kabra tira p'al monte... ¿pa dónde tiras tú?



basta.

29 de abril de 2001.

 

Hoy hace ocho años que dije BASTA.

 

Fin a los gritos, a los insultos, a las mentiras.

BASTA de consumir mi vida a su lado, mis días, mis noches, eran míos y mías, y no permití que me robara ni un segundo más.

¿Dónde van los sueños que se rompen? No van a ningún lado. No flotan, sólo estallan.

Estallan en tu cara y te revientan el alma.

Los sueños que existen únicamente en el corazón de una, cuando se rompen, no van a ningún lado.

 

Cuando le dije vete, despedí con él mi alma. Mis sueños. Mi vida.

Toda.

Al completo.

Se llevaba todo lo que había amado, todo estaba presente en su persona, en aquel hombre al que ya no amaba, al que ya no podía amar porque no reconocía. Al que dudaba haber conocido nunca.

 

A veces, como hoy, aún me duele su indiferencia, el desprecio hacia mi hija que también es la suya, y el vacío que nos dejó su falta de respeto hacia el amor que le tuvimos.

 

Pero ya no hay gritos, ni mentiras, ni insultos.

Ya no hay golpes en el alma.

Yo dije BASTA, y comencé de nuevo, y aquí estoy hoy, ocho años después, en esta otra  casa, con mi nueva vida, con un hombre que nos quiere y con nuestro pequeño, con nuestro amor y nuestra rutina, con nuestra crisis económica y nuestros problemas mortales, pero sin mentiras, sin gritos y sin insultos.

 

Sólo dije BASTA.

Ojala hubiera sido antes.

 

 

el que con ropa de otro se viste...

…desnudo en la calle se ve.

O:

Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita.

Hay gente pa tó.

 

la señora Petra


La señora  Petra hace años que lleva gafas, aún con todo no ve demasiado, ni de cerca, ni de lejos. También acostumbras a verla con sus piernas hinchadas y sus muletas, caminando hacía lo que yo considero la livertad, esa que te produce ser independiente todavía, a la edad de ochenta y muchos. Sus piernas, decía, están cansadas, tanto como su alma y su esperanza. Vive sola desde que enviudó hace ya algo más de una década, y  sin embargo, ni sus dolores ni su soledad de entresemana han conseguido hacer de ella una persona ni dura de corazón, ni rancia de sentimientos.

En la plaza del pueblo, siempre le habla a los chiquillos y ríe con ellos, los niños, que de esto saben mucho, le siguen el juego y la quieren, ella se siente feliz, cansada, pero feliz.

 

Los lunes baja al médico, le gusta tomarse la tensión, ya de camino, habla con los vecinos y se detiene de vuelta a casa en el colmado, compra lo que necesita, lo carga en su cesto de rafia y, si puede con el cesto y las muletas, vuelve así a casa y, sino, se lo acerca alguno de los malandrines de la plaza.

 

El lunes pasado yo me encontré con ella, hacía mucho que no nos veíamos, no ando por el pueblo tanto como quisiera, me dijo que venía de tomarse la tensión, bromeamos sobre sus piernas, preguntó por mis hijos y por mis padres, me dio recuerdos para todos ellos, dos besos y una enorme sensación de paz.

Llegó a casa tras hacer la compra en el colmado, recogió del huerto unas espinacas y peló las patatas para hacerse la comida, lo dejó todo preparado sobre el estante de la cocina, mientras se acercaba con las peladuras de las verduras a darle de comer a las gallinas.

La señora Petra cayó desplomada en el balcón de su casa, porque un trombo, hijoputa y cabrón decidió aparcarse en su cerebro.

Setenta y dos horas después, una caja de madera fue todo el espacio que le hemos otorgado los vivos y un nicho, su nuevo lugar de residencia.

 

Continuará sola como antes de caer al suelo, sin embargo ya no le dolerán las piernas ni hablará con los chiquillos de la plaza, y el mundo seguirá girando en torno a los quedamos en espera del viaje, sin saber como, ni donde, ni cuando.

Al igual que ella, que dos horas antes de caer, me besó y me dijo que estaba bien, como siempre, y que arrastraría aquellas patas, hasta que muriera.

La vida, es lo que tienes ahora, no mañana, no lo que hay ahí delante. Dentro de dos horas, puedes estar muerto.

Buenas noches señora Petra. Mi corazón le acompaña en su viaje, junto con las risas de los niños que jugaban con usted en la plaza.

 

 

te quiero



Durante mucho tiempo, tiempo indefinido, tiempo inacabado, llevé aquel te quiero guardado en la memoria del centro de mensajes de mi móvil.
Era un te quiero fuera de lugar y a destiempo, escrito por un hombre que mentía y al que yo ya no amaba, o por lo menos que ya no amaba como cuando hubiera querido escucharlo. 
Aunque le pregunté, jamás supe porque motivo lo escribió.
Hubiera querido la respuesta en aquel momento, a día de hoy aún la desconozco y sé, que jamás sabré porque lo hizo, ni qué significaba exactamente.
Lo curioso es que recuerdo la fecha en la cual lo recibí, y hoy, me he acordado de ello; al buscar ese te quiero en mi teléfono he descubierto que ya no estaba.
He encontrado mensajes de hace cuatro años diciéndome que le gustaría contarme tantas cosas, otro pidiéndome el titular de la cuenta, un vetealamierda, así tal cual, varios dándome las buenas noches, pero del te quiero, ni rastro.

No lo había borrado, y sin embargo no estaba.
Nunca hubiera borrado ese mensaje, como tampoco borré aquel en el que me decía que estaba en Madrid y me echaba de menos, ni aquel otro del cuenta conmigo, que me contestó como afirmación de que venía a mi boda.
Dicen que el corazón tiene razones que la razón desconoce.

Por eso sí lo borré.
Nunca lo hubiera borrado y, recordando la fecha en la cual lo recibí, ignoro en que día lo borré.

Lo borré porque era atemporal, porque era mentira, porque me confundía.
Lo borré porque era tan importante como trivial, porque fue un impulso mal sonante, porque me quedé sin aire la primera vez que lo leí.

Y sin embargo, sigue existiendo.

Sigue existiendo porque cuando lo borré, lo hice de mentira, porque estaba confusa, porque era importante borrarlo y a la vez daba lo mismo, porque estaba enfadada, porque tuve que contener la respiración para hacerlo.

Y no recuerdo cuando fue, porque fue un portazo en mi alma y un golpe en mi corazón.