Mi espacio no está delimitado, no mide cuatro por dos, ni empieza aquí acabando allá, no tiene forma, ni color, e incluso a veces es hasta complicado de definir; a veces incluso es medio transparente, parece que no está, pero está, siempre está, aunque momentáneamente pueda abrir la puerta de mi espacio y dejar que alguien asome la nariz.
Mi espacio, que duda cabe, es sagrado. y debería además ser inviolable; merecedor de todo respeto.
Mi espacio engloba mis manías y rarezas, mi genio, los momentos cálidos y las frustraciones, las mías, por supuesto.
En el me escondo cuando me siento herida, o me disfrazo de yo buscando la parte ridícula que guardo; el alberga mi pasado y mis duelos, mi conciencia, las sonrisas que no di y los escupitajos que me salpicaron.
No es bello, pero no es feo, es simplemente mi espacio.
Y a la mierda todo lo demás.
A veces me sorprendo y no precisamente de modo grato de lo gilipollas que puedo llegar a ser.
2 Dímelo aquí.:
Yo también tengo mi espacio, en el que disfruto seleccionando a la gente que dejo entrar, no es de ser gilipollas, es de tratar de sobrevivir al medio hostil. Por lo menos es mi opinión.
el espacio es como el pasado txispas.
sagrado.
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