Todo puede parecer muy improbable sin embargo, no existe absolutamente nada imposible. Qué jodío ¿no?

 

Suspendí filosofía.

Y prácticamente todas las materias comunes, idiomas incluidos.

El haber suspendido la materia filosófica no fue nunca un factor determinante para hacerme así. [y en “así”, podemos incluir cualquier cosa, cualquier palabra que se apresure a tu mente]

Comienzo este blog sin grandes fines, uno de esos blogs que no servirán para nada, ni en el presente, ni en un futuro. Sin ninguna intención, sin objetivos.

 

Sé lo que no es: no es un blog de ayuda, ni terapéutico, ni solidario. Es mi blog de filosofía.

Desconozco el motivo o la manera por la cual llegaste hasta aquí, pero, gracias por haber venido.


Un saludo.

No sé cual es la finalidad de este blog.

No sé qué espero de él.

Tal vez esconderme.

Tal vez.

 

Otra cosa...  si crees que    

ESTO NO ES FILOSOFÍA

posiblemente estés en lo cierto.

 

BAJO ESTAS PIEDRAS

Crotal Nº 107

Mi foto
Dicen que la Kabra tira p'al monte... ¿pa dónde tiras tú?



y de los insultos ¿que me cuentas?

Que no, que en esta España nuestra ya no se insulta como antes. Antes era como un desahogo, una especie de acto de violencia verbal; uno decía y se dejaba hasta las tripas en un latigazo, y babeaba toda la mala leche acumulada durante siglos de opresión orgullo y barbarie. Se insultaba de modo solemne, a conciencia

Nuestros insultos nada tenían que ver con lo que corre por esa Europa de ahí arriba, los franceses sin ir mas lejos y por proximidad, te llaman  cretin si les jodes el fuagrás por encima de los pantalones y los pones hechos un santo cristo, ostia, llámame cabronazo que no es para menos y dejate de leches. Los italianos, por aquello de que compartimos Mediterráneo, que pillan a la señora de Giorgio Passani (p.j) el mismo por supuesto, en la cama con el vecino del segundo que es más bajito, pero tiene góndola, y se altera, y en pleno arranque de furia la llama puttana, que vamos a ver, eso ni suena a insulto ni suena a nada, suena a italiano descolocado.

Español tenías que haber sido hombre de Dios, para poder elegir a tu antojo entre llamarla pendón, mala zorra, chocholoco o cacho peazo puta, y que ella te respondiera del mismo modo con un largo arsenal de los so mariconazos, en todas sus variaciones.

Pero no. 

Ya no.

 

A lo que voy es a que antes llamar a alguien imbécil, era afrontar todas las consecuencias de este acto, pero claro, antes era un imbécil para acabar en la comisaría mas próxima, para rasgarse la camisa, y no lo que te encuentras ahora, que te cruzas con el Pepin por la calle y te dice ¿qué pasa joputa? Y se queda tan pancho, y lo que es peor, que el otro va y le contesta hola, gilipollin. Así todo descafeinado y sin sustancia.

 

Ahora el taxista te pita en el semáforo y menta a tu madre, el peatón cruza por donde no debe y se acuerda de tus muertos, la lechera ¿quedan lecheras? Te llama maricón para darte los buenos días, y hecho el uso y el abuso, uno ya ni se inmuta, que parece que hablan de las madres, muertos y miembros de otro, una pena.

 

Ahora para ofender hay que poner trascendencia en el tono, utilizar la preposición de, porque no es lo mismo decirle a uno hijoputa, así de corrido, que decirle: hijo DE puta, o mejor aun: hijo DE LA GRAN puta, a poder ser con una pequeña explosión en la  P que es el intríngulis de la frase.

 

Que no, que pena me da que el uso y abuso de la temática constructiva haya acabado siendo el vocabulario de los parvularios a día de hoy, que tengamos que utilizar el insulto de modo inapropiado recordando a los familiares del interfecto y matizando sobre todo que lo que se pretende en ese momento, es ofender y no saludar.

Para insultar hemos perdido la originalidad, la imaginación y la memoria, vivimos tiempos de anestesia y vulgaridad, aquí ya no se insulta como antes cuando Dios mandaba, que un tonto castizo y seco, dicho en su momento apropiado te dejaba los gayumbos a la altura del tobillo.

2 Dímelo aquí.:

Txispas dijo...

Toda la razón, sí señor!

Kabra dijo...

si es que hay que ser consecuente, co;o.
esas cosas.